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sábado, 27 de septiembre de 2014

Sierra de Montsant, caprichos calcáreos



Bajo la mirada del halcón peregrino y el águila real, se abre paso por estas montañas el río Montsant, el principal curso de agua del parque natural de la Sierra de Montsant (Tarragona). Fluye limpio y cristalino, entre multitud de pozas, nutrido a partir del aporte de pequeños manantiales y la escorrentía de las lluvias, cuando caen, ayudan a disolver la roca caliza en un proceso iniciado hace miles de años y que a diario modelan no sólo el agua sino el viento y otros agentes. Es el karst, un proceso de erosión en el que la roca se disuelve lentamente y adquiere formas caprichosas.


En las partes altas de esta sierra del centro de Tarragona existen magníficos ejemplos de este proceso geológico. Los mejores lugares para observarlos están en la Serra Major, especialmente en su vertiente oriental, donde se levantan roquedos a modo de imponentes contrafuertes, y en la parte norte en parajes como por ejemplo el caos de bloques de roca donde se ubica la ermita de Sant Bartomeu (Ulldemolins), en uno de los enclaves más bellos y singulares de la sierra, un cañón formado por el río Montsant (desfiladero de Fragerau) en medio de un paisaje de enormes riscos redondeados, que asemejan grandes montones de barro gris secado al sol. Una ruta de 9 kilómetros y dificultad media conduce hasta el paraje. Si vais con niños acostumbrados a caminar (y no muy pequeños), un puente colgante y el atravesar una cueva, son dos alicientes del recorrido hasta la ermita.


Un fácil contacto con los roquedos, y para todas las edades, lo tendremos desde La Morera de Montsant, donde se ubica el centro de visitantes del parque natural. La terraza del centro sirve de mirador sobre los roquedos de la Serra Major y justo encima del centro, tras 10 minutos de fácil subida por senda, se encuentra el mirador del Torró, con panorámicas aún más generosas.
En el centro podéis informaros y saber más sobre la sierra, así como los diferentes senderos y rutas para conocer sus principales enclaves. Hay una serie de itinerarios destinados a conocer la flora submediterránea y mediterránea de estas montañas: Pinos y robles en Fontalba (Ulldemolins, 3km; 1h.), Matorral de los Rogerets (La Viella Baixa; 2 km. 45 min.), Arbustos y viñas (Scala Dei; 4,2 km. 1h. 15 min.), Robledal de umbría (Albarca; 2 km. 45 min.), las Umbrías de la hoja (Cabacés; 6,2 km. 2h.), Mosaico forestal en Sant Blai (La Morera de Montsant; 4,8 km. 1h.45 min.) y la Vegetación de ribera en el río Montsant (Margalef; 6,2 km. 2h.). Son rutas que van desde los 45 minutos hasta las 2 horas.


Durante estas rutas caminaremos entre encinas, robledales, pinos, coscojas, romeros, lavandas, lentiscos, jaras, brezos, boj, etc.; entre riscos, gargantas y barrancos que forman los principales paisajes del parque. Veremos también los roquedos e incluso podemos toparnos con alguna de las cabras montesas que habitan estos riscos aunque durante la marcha por algunos de los múltiples senderos del parque más fácil sea toparnos con un habitante mucho más pequeño y torpe que las grandes cabras: la tortuga mediterránea (Testudo hermanni hermanni). El yacimiento neolítico de l’Abric del Filador, en Margalef de Montsant, es la prueba de que hace miles de años este reptil terrestre ya habita la sierra. Gracias a un programa de reintroducción de la especie (Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural, en colaboración con el Centre de Recuperació d’Amfibis i Rèptils de Catalunya) hoy habitan estas montañas unas 2.000 tortugas mediterráneas, una de las mayores poblaciones catalanas.



El halcón peregrino y el águila real son dos de los señores alados del cielo de Montsant, a los que se unen el águila perdicera y el búho real, si bien las aves que a buen seguro harán las delicias de toda la familia son los coloridos y sonoros abejarucos, que en primavera se ven fácilmente criando en los taludes arenosos de los barrancos que se descuelgan de esta bella sierra tarraconense.

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