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lunes, 27 de octubre de 2014

Un día en Aran Park. Wildlife en la Val d'Aran


Pasar un día en el Aran Park no es ir al zoo. Aran Park es un parque de naturaleza enclavado en una ladera próxima al alto del Portilhon (Bossòst) donde los animales viven en semi-libertad en su hábitat natural. Alrededor de un par de horas (para los más rápidos) lleva recorrer el sendero que se interna en el bosque para contemplar las diferentes especies de animales que aquí viven.




Se trata de especies en su mayoría autóctonas, de forma que es una muy buena forma de conocer de cerca la fauna del Pirineo. En sus instalaciones cubiertas ofrecen también un aula de naturaleza magníficamente dotada de paneles informativos e interactivos en la que profundizar sobre los ecosistemas del Pirineo, sus hábitats, los diferentes tipos de bosque y ambientes, con sus especies de flora y las especies animales que habitan en cada uno. Allí conoceréis mucho sobre flora, fauna y paisaje pirenaicos pero lo mejor sin duda es pasear al aire libre por el bosque mixto y el pinar naturales para internarse durante un rato inolvidable en el hábitat de algunas de las especies animales más representativas: osos pardos, rebecos, gamos, ciervos, corzos, muflones, cabras montesas, lobos, urogallos, marmotas, linces boreales, etc. a los que en el futuro acompañarán nuevas especies serán los anfitriones durante el paseo. Y digo bien: anfitriones, porque la forma en la que el sendero avanza en el bosque hace que nos sintamos invitados de excepción a la morada de cada una de las especies. Esto se debe a que para verlos debemos entrar en sus recintos y compartir bosque con ellos sin valla de por medio. No el caso de animales peligrosos claro está, si no en el caso de herbívoros. Es lo más parecido a un encuentro cara a cara en su hábitat natural y eso me gustó especialmente. Entre recinto y recinto hemos de abrir y cerrar un par de puertas y ¡¡listo!! ya estamos como invitados en la casa de los grandes ungulados. Ya formamos parte por unos instantes de la manada de corzos, o de la de ciervos, o de la de rebecos… una sensación muy agradable que todos los integrantes de la familia (humana) disfrutarán de pleno.


Aran Park es sobre todo didáctico y ecoturístico, pero también sirve como centro de estudio para determinadas especies. Es el caso por ejemplo de las cabras montesas, con las que se está llevando a cabo un estudio sobre la reintroducción de la especie en el Pirineo. Son cabras procedentes del sistema central y vienen a ocupar el lugar que hasta un día hace no mucho, a comienzos del siglo XXI, tuvo el bucardo en las montañas pirenaicas. El bucardo era la subespecie de cabra montés propia del Pirineo.





En el apartado didáctico destaca la información repartida en diferentes paneles y sobre todo las explicaciones que los expertos del centro realizan por ejemplo con el oso pardo. Podemos ver y tocar por ejemplo la borra (el pelo del oso), y comprender por qué el frío no es un problema para ellos. Ver también sus manos y pies, sus garras, dientes, etc. y todo con la inestimable colaboración del propio animal ¿cómo? Mejor ir a verlo… 

martes, 21 de octubre de 2014

Circo de Colomers, el mayor conjunto de lagos de origen glaciar del Pirineo


Hace millones de años todo el Pirineo se encontraba bajo el mar. Las pizarras y granitos que hoy forman el paisaje rocoso del parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (Lleida) emergieron del fondo marino hace unos 200 millones de años y comenzaron una erosión marcada fundamentalmente por los sucesivos periodos glaciares del Cuaternario; periodos en los que se alternó la presencia de hielo con los periodos de deshielo. La acción del hielo y la nieve, con sus depósitos y retiradas, a lo largo de estos periodos, marcaron la fisonomía de un paisaje de montaña que hoy es un auténtico museo al aire libre de glaciarismo: circos glaciares, valles en “U” –colgados o escalonados-, cubetas glaciares, morrenas, neveros, etc. y un sinfín de muestras geológicas del mejor glaciarismo pirenaico.


El resultado son unos paisajes de montaña de gran belleza jalonados a lo largo de los dos valles principales del parque: Sant Nicolau en la vertiente meridional y orientado al oeste, y del l’Escrita, orientado al este y situado en la vertiente norte del Portarró d’Espot (2.423 m. de altitud), el collado que sirve de divisoria a la cabecera de ambos valles.


Uno de los elementos paisajísticos más sobresalientes del parque nacional son sin duda los lagos de montaña (estanys). Son lagos en su mayoría de origen glaciar que se encuentran repartidos por los diferentes valles, sobre todo en la cabecera de los mismos, ocupando las irregularidades del terreno en las cubetas glaciares (2.200-2.500 m. altitud). También los hay diseminados por el valle u ocupando el fondo de valle (generalmente en la cota 2.000). Los hay grandes y pequeños, permanentes y estacionales, someros y profundos. Toda una amplia gama lacustre cuyas aguas adquieren a su vez una variedad de tonos que van desde el negro hasta el esmeralda. Aguas puras, cristalinas, habitadas en muchos casos por diferentes especies de anfibios y peces para los que estas acumulaciones de agua juegan un papel vital.


Hay un tipo de lago para cada gusto y mucho donde elegir. De hecho el parque nacional alberga 272 estanys, lo que le convierte en la mayor concentración de lagos del Pirineo y probablemente de todo el continente europeo. Algunos de estos lagos se han colmatado produciendo que se formen prados llanos y húmedos por los que corre el agua casi sin desnivel, provocando que el curso de los ríos y arroyos se retuerza adaptándose al horizontal terreno, formando los meandros que localmente son conocidos como “aigüestortes” y que dan nombre en parte al parque nacional. Se encuentran en su mayoría en los ríos Sant Nicolau y Aiguamòg. El “apellido” lo toma del Lago de San Mauricio, uno de los estanys de mayor belleza del parque, magníficamente enmarcado por enormes montañas entre las que se encuentra otros de los emblemas de este espacio natural protegido: el macizo de Els Encantats (2.747 m.).

El estany Tort, el embalse de Cavaliers, el estany Tort de Rius, el Lac de Mar o el propio estany de Sant Maurici se encuentran entre los más grandes pero, aunque los lagos están repartidos por todo el parque, hay algunas zonas que destacan por su acumulación como Gerber, Monestero, Saburó, etc.

Pero si de acumulaciones de lagos hablamos, es sin duda el circo de Colomèrs, en el valle de Tredòs, donde se encuentra la mayor concentración de lagos del Pirineo, con alrededor de medio centenar entre los estanys permanentes y los pequeños lagos estacionales.


Existen diferentes rutas senderistas que recorren este mundo de roca y agua de Colomèrs y que permiten vivir una de las experiencias en la naturaleza más gratificantes para el visitante y su retina. En esta ruta la cámara fotográfica trabajará de lo lindo, entre lagos de todos los tamaños y tonalidades de lo más sorprendente.

El acceso a Colomèrs es a través del valle de Tredòs hasta los Baños de Tredòs. Allí se encuentra un aparcamiento donde en la época de mayor afluencia de visitantes, se restringe el paso de vehículos particulares y se inicia la ruta a pie caminando 5 kilómetros hasta la zona de la Montanheta. La ruta de Colomèrs, si la vais con niños, deben estar  acostumbrados a caminar en montaña. En este periodo del año un servicio de taxis (8 euros ida y vuelta) permite subir desde los Baños de Tredòs hasta la parte alta de la Montanheta donde, entre bosque, comienza la senda que sube hasta el mundo glaciar de los lagos de Colomèrs (45 minutos).



El aperitivo lacustre, todavía en el bosque de pino negro, lo pone el estany dera Lòssa. Una vez en el represado Lac Major, donde el paisaje granítico gana la batalla a la presencia arbórea, se entra en contacto visual con el poderoso paisaje del circo glaciar de Colomèrs, enmarcado por alturas próximas a los 3.000 metros. Dos senderos circulares (un circuito corto de 3 horas que pasa por Siete Lagos, o el circuito largo que recorre todo el circo en unas 5 horas), de dificultad media y alta respectivamente, son el pasaporte a una jornada de montaña insuperable. 

jueves, 16 de octubre de 2014

La berrea del ciervo en la sierra del Boumort


Es ésta una experiencia de ver, pero sobre todo de escuchar, la naturaleza; más concretamente la banda sonora por excelencia en los bosques ibéricos: la berrea del ciervo. A comienzos del otoño, entre mediados de septiembre y mediados de octubre aproximadamente, tiene lugar el espectáculo del celo en los cérvidos ibéricos (ciervo común, gamos y corzos). Más adelante tiene lugar la del bóvido endémico español (cabra montés).
Este periodo de celo es conocido como Berrea y depende de factores como la latitud y de parámetros climatológicos, este periodo puede adelantarse o retrasarse unos días o incluso semanas.


La más espectacular por su sonido es la berrea del ciervo común o europeo (Cervus elaphus), que es el que habita la sierras catalanas. Es el cérvido más grande de cuantos pueblan la península Ibérica y presenta un marcado dimorfismo sexual, es decir, los machos y las hembras presentan claras diferencias que en el caso del ciervo son, sobre todo, el mayor tamaño (pueden pesar hasta 200 kilogramos, casi dos tercios más que las hembras) y mayor corpulencia de los machos además de poseer unas cuernas, ausentes en las hembras. Las cuernas se renuevan cada año. A finales del invierno se le caen por el empuje de la incipiente nueva cornamenta que se desarrollará en primavera hasta alcanzar un porte mayor que la del año anterior y añadir una nueva punta como marca de crecimiento. Por el número de puntas de un ciervo macho se puede conocer estimativamente su edad. Los varetos son los ciervos jóvenes, con una sola punta, horquillones son los que tienen dos puntas, etc.


Además de los fuertes bramidos o berridos que emiten los machos para atraer a las hembras durante la berrea, las cuernas les sirven para protagonizar violentas disputas con otros machos y ganarse el favor del harén de hembras, apareándose con varias en cada celo. En mayo-junio los cervatillos verán la luz y comenzarán a crecer junto a su madre y el resto de hembras hasta alcanzar la madurez sexual, que en los machos es a los 2-3 años y en las hembras a los 1-2 años. Es en los primeros 3-4 meses de vida, mientras son amamantados por sus progenitoras, cuando tienen las características manchas blancas o pintas en el pelaje.

En las semanas de septiembre y octubre, a primera hora de la mañana y última de la tarde, además de la noche, los machos comienzan a hacerse oír en el interior del bosque. No resulta fácil observarlos, pero desde luego se dejan oír con fuerza, a varios kilómetros de distancia. Son los dueños del bosque en estos días y así quieren mostrarse.


Una de las mayores poblaciones de ciervos del Pirineo vive en la sierra del Boumort situada entre los valles de la Noguera Pallaresa y del Segre. Una sierra que, frondosa y escarpada, proporciona al ciervo toda la intimidad que necesita y que combina a la perfección con las praderas en la linde de bosque donde gusta salir a alimentarse. La Reserva Nacional de Caza de la Sierra del Boumort, con 13.097 hectáreas (en su mayoría propiedad de la Generalitat de Catalunya), es además un enclave muy importante desde el punto de vista de flora, con vegetación atlántica, mediterránea y borealpina gracias al gradiente altitudinal que supera los 2.000 metros de altitud (Cap de Boumort con 2.077 m.), y proporciona el hábitat idóneo para otras especies sobresalientes de la fauna catalana pirenaica como el urogallo, el quebrantahuesos, el buitre negro o el pito negro.
No dudéis en programar una visita con tiempo si queréis disfrutar de la berrea en tribuna.

lunes, 13 de octubre de 2014

En busca del lince ibérico

Primeras luces de la mañana en el coto, hábitat del lince ibérico

Todavía es casi de noche en El Rocío. El alba pronto nos sorprenderá, pero lo hará ya metidos en el 4x4, a salvo de los rigores de una fresca mañana a pesar de estar en verano. Vamos a realizar un safari fotográfico en la zona norte del parque nacional Doñana, por donde se mueven algunos de los linces ibéricos que moran estos parajes andaluces. En Doñana vive la segunda población del felino más amenazado del planeta. La primera está algo más al norte, también en tierras andaluzas, en las estribaciones meridionales de Sierra Morena, dentro de los parques naturales de la Sierra de Andújar (Jaén) y de la Sierra de Cardeña-Montoro (Córdoba). Según el último censo (2013), 169 linces se mueven en la zona de Andújar-Cardeña y 85 en la zona Doñana-Aljarafe.

En esta ocasión estoy en Doñana, moviéndome por los cotos, ese ecosistema de pinos y acebuches con suelo arenoso donde crece sobre todo el lentisco. Es el medio natural del lince, que se mueve también por la vera, el ecosistema de transición entre el bosque (coto) y la marisma. No sería raro toparse con algún lince campando por la vera, enclave predilecto por otra parte para ciervos y gamos. Pero esto de buscar y encontrar al lince, tiene mucho de experiencia (la del guía rastreador) para conocer por dónde se mueve el felino según la época del año y su ciclo biológico, en qué momento del día, etc. y tiene mucho más aun de fortuna pues la probabilidad de dar con él es baja. Quedan muy pocos, lo que hace que el éxito de avistamiento en el safari de linces gire en torno al 20-30%.
Coto de pinos y lentiscos

Al cruzar el puente del Ajolí, entrada noroeste al parque nacional, los nervios ponen al cuerpo en tensión. A pesar de su proximidad al pueblo del Rocío, es uno de los enclaves en los que más veces ha sido visto y fotografiado. La razón se debe en buena medida a la abundancia de su alimento preferido: el conejo. Preferido hasta el punto de que hablamos de una dieta tan especializada (supone más del 90% de la biomasa que ingiere el felino) que podemos afirmar con rotundidad que si no hay conejos no hay linces.
El conejo supone el 90% de la dieta del lince.

Nuestras sensaciones se tornan ciertas y el corazón se acelera cuando a apenas 50 metros del puente, sobre la arena todavía húmeda por el rocío de la mañana, encontramos el rastro de una hembra y un cachorro. Son huellas frescas, muy frescas; quizá cuestión de minutos.
Ciervos en la vera del Aulagar

Comenzamos a seguir el rastro pero éste se interna entre los lentiscos. Los conejos corren a esconderse a nuestro paso. Una vez perdidas las huellas entre los arbustos, comenzamos a buscar la aguja en el pajar. Con el 4x4 recorremos las pistas del entorno sin fortuna. Un par de jabalíes, algún ciervo, bastantes aves… Hace rato que ha salido el sol y éste comienza a calentar. Las primeras y últimas horas del día son los momentos más factibles para el gran encuentro pues el lince, como el resto de felinos, se muestra más activo. También les gusta en verano tumbarse en los márgenes de los caminos, pues la arena les proporciona algo más de frescor. Con el calor pasan el día cobijados entre la vegetación, como maestros del camuflaje.

Sin suerte, es hora de continuar el safari hacia la vera por el camino principal de Sevilla a El Rocío. Con el linde del Coto del Rey a la izquierda y con el paraje de La Dehesilla a la derecha, llegamos a la entrada a El Vicioso, otro buen lugar para posibles encuentros con el amenazado felino.
Jabalí en el Coto del Rey

Bajo un cielo repleto de milanos negros, enseguida salimos a la vera del Aulagar. Quizá hoy sea uno de esos días en los que el lince se adentra por estos terrenos abiertos en busca de alguna cría de gamo o de ciervo. Estos pequeños cérvidos, en caso de necesidad, pueden ser presa del lince (representa un 3% de su dieta). El otro alimento ocasional, alrededor de un 7%, son las anátidas, generalmente cuando estas aves se alejan de la marismas a lagunas más someras buscando protección durante el momento crítico del periodo de mancada (cambio de pluma). Con esa idea vamos también hacia la cancela de la Escupidera, en la marisma Gallega.

A primeros de julio esta parte de la marisma Gallega está seca, así que continuamos hacia el Caño del Guadiamar, donde nos topamos con un grupito de flamencos y seguimos hasta el lucio Cerrado Garrido, lugar en el que se levanta el Centro de Visitantes José Antonio Valverde. Los lucios son lagunas que permanecen encharcadas durante más tiempo que el resto de la marisma. La mañana es el mejor momento para la visita de este lugar pues el sol incide directamente sobre la colonia de ardeidas que hemos venido a ver. Se trata de una ajetreada colonia, con un incesante ir y venir de adultos, en la que es posible ver garcilla bueyera, garceta común, martinetes, etc.
Colonia del lucio Cerrado Garrido

Al regreso, cuando el sol ya está en lo alto, detenemos el vehículo en la larga recta de la marisma Gallega. Una silueta ha llamado nuestra atención. Allí, sobre uno de los postes del camino, se encuentra posada un águila imperial ibérica, otra de las joyas de la corona de la fauna española. Levanta el vuelo. Es un damero que se dirige hacia nuestra posición, ganando altura progresivamente y cruza el camino hacia otro enclave en el que nos descubre, más alejada, una nueva silueta. En esta ocasión se trata de un adulto. Así es Doñana, un enclave natural sobresaliente que siempre depara grandes momentos en la naturaleza. Y así es el lince ibérico, escaso, esquivo, muy difícil de ver pero que hace que una y otra vez venga a estas tierras con la ilusión de un nuevo avistamiento.
Águila imperial. Damero

Esta salida de safari fotográfico la realicé a mediados de julio de 2014 y como he tratado de describir, no tuvimos fortuna con el lince. Sólo la magia del momento y la huella de su presencia. Así es este precioso animal. Antes si tuve la suerte de verlos en otras ocasiones y seguro seguirán otras en las que espero toparme de nuevo con ese avistamiento deseado, ese momento intenso, fugaz, inolvidable de contemplar la bella estampa del bello felino.

Mi próximo safari de lince, a primeros de diciembre con Wildlife Spain.



sábado, 11 de octubre de 2014

Grandes rapaces en el leridano Valle de los Buitres


Pocas veces la toponimia de un lugar describe tan acertadamente lo que un visitante se puede encontrar. Se trata de un pedacito leridano, antesala del Pirineo, que se ubica en el municipio de Tremp. Un valle encerrado en un gran anfiteatro montañoso, vertebrado por la cuenca del río Noguera Ribagorçana, y en el que tienen cabida diferentes elementos paisajísticos, desde las zonas llanas hasta las paredes calizas pasando por conglomerados de roca que recuerdan a la montaña de Montserrat o bosques de robles (robledal de Aulàs) y hayas (hayedo de Lleràs) en un mundo dominado vegetalmente por las especies mediterráneas y también con presencia de flora eurosiberiana e incluso boreoalpina.


Es un rincón del mapa al norte del Pont de Montanyana, de marcado ambiente rural con sus habitantes dedicados a las actividades ganaderas y agrícolas, al que la mayoría de los escasos visitantes llegan en busca de los grandes señores del cielo: las aves rapaces. Un lugar donde vivir la experiencia en la naturaleza de toparse con los grandes buitres de las montañas catalanas (quebrantahuesos, buitre leonado, alimoche y con suerte el buitre negro), además de la presencia de águila real, milano real y milano negro, entre otras aves. El milano negro y el alimoche son especies que se pueden ver en primavera-verano.


Geográficamente el valle de los Buitres es la cuenca enmarcada por la sierra de Sant Gervàs al norte, las sierras de Gurp y Castellet al este, la sierra de Gaia al oeste y el Montsec d’Ares al sur. Popularmente este territorio es conocido como La Terreta y se puede recorrer mediante una ruta circular de 30 kilómetros (vehículo, btt o a pie) que va adentrándose en los principales ambientes del valle. Su visita suele quedar eclipsada por espacios tan sobresalientes como el Montsec (y el Congost de Mont-rebei) al sur, o el parque nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici (Valle de Boí) al norte, pero a pesar de tan ilustres vecinos, no paséis por alto la oportunidad de recorrer este tranquilo valle.


El punto de referencia para el inicio y el final de la ruta es el Pont d’Orrit, junto a la N-230, muy cerca del Pont de Muntanyana, en el límite con la provincia de Huesca. La primera parada indispensable es La Torre de Tamúrcia. En esta pequeña población se encuentra la Casa dels Voltors, un pequeño museo dedicado a los buitres (con webcams incluidas) y se goza de unas fantásticas vistas sobre los paredones calizos de la Sierra de Sant Gervàs. Es dominio de las rapaces y otras aves rupícolas, como también lo es la pared de Turmeda, al final del recorrido (Sapeira). Por el camino se suceden las tranquilas aldeas de montaña, los miradores (collado de Torogó, del Castillo, etc.), los puntos panorámicos por doquier en una ruta panorámica de por sí, y sorprendentes enclaves como el hayedo de Lleràs (en el collado de Castellet), o el vasto robledal de Aulàs. Abundan también las zonas de cultivo, de forma que las posibilidades de observar aves de diferentes ambientes se multiplican.
 
Casa dels Voltors




Al hilo de este spot de birdwatching, otro de esos enclaves mágicos para el encuentro con las grandes rapaces es el espacio natural de la Montaña de Alinyà, en el Alt Urgell, cerca de Organya (al este de Tremp). Allí se pueden ver con relativa facilidad los cuatro buitres ibéricos: quebrantahuesos, buitre leonado, alimoche (en primavera-verano) y con más suerte, alguno de los 30 buitres negros que existen a día de hoy en el Pirineo y Prepirineo (localizados sobre todo en el Boumort y la citada Muntanya de Alinyà). En Alinyà pasé una mañana en grande disfrutando de la presencia de cientos de buitres y le dedicaré en breve el post que bien merece.  
Los alimoches están presentes en primavera y verano.

jueves, 9 de octubre de 2014

Sierra del Montsec, observando el Universo y caminando por el Desfiladero del Mont-rebei



Tocar la luz del Sol con la mano a través de la observación directa del astro rey es algo que no se puede hacer todos los días. Es complicado explicar la sensación de calor-frío que se tiene al “tocar” el Sol. Sólo las caras de sorpresa y las risas delatoras de incredulidad que los niños y mayores tienen al vivir esta experiencia en el parque de los Telescopios denotan que es una experiencia no se olvida.


Esto es posible gracias a los sofisticados instrumentos de observación que el parque de los Telescopios, uno de los recintos del Parque Astronómico Montsec (PAM), alberga para poder realizar observaciones en directo del Sol. Su luz es proyectada en una pared a través de diferentes ópticas y poder así “enfriarla” hasta conseguir una temperatura que permita “tocarla” sin quemarnos. También se puede realizar la observación en tiempo real (bueno con el desfase de unos segundos que tiene siempre cualquier observación solar) de las manchas solares, pudiendo ver las llamaradas y explosiones en el borde exterior, etc. Impresionante.


Estas son sólo algunas de las maravillas que una visita al Parque Astronómico Montsec, en Àger (Lleida), permite. Estamos sin duda ante el mejor cielo de Cataluña, el mejor lugar para realizar observaciones del universo tanto diurnas como nocturnas. Así lo demuestran diferentes estudios hechos sobre la calidad del cielo, la contaminación lumínica, las precipitaciones, etc. antes de la instalación del Centro.

Además del mencionado Parque de los Telescopios (con un telescopio catadióptrico de 40 cm., un telescopio refractor de 15 centímetros, un celostato para observar el Sol y una serie de telescopios portátiles), el Parque Astronómico Montsec cuenta con una exposición permanente donde conocer desde los orígenes del universo hasta la formación del sistema solar, así como los recursos y patrimonio naturales de la Sierra del Montsec, y el llamado Ojo del Montsec, un planetario digital multimedia que reproduce el cielo en cualquier momento y que cuando su cúpula se  abre… ofrece todo el espectáculo del cielo en directo.


Se realizan visitas guiadas diurnas y nocturnas (mejor previa reserva) y existe una visita diferenciada para el público general y para las familias. Os dejo la cita de Joan Oró que encontraréis a la entrada del Centro de Observación del Universo y que seguro, después de la visita, nos hará verla con más convencimiento aún si cabe: “Una sola Terra en el Sistema Solar. El seu futur està en les vostres mans”.


Congost de Mont-rebei
Cerca del PAM se encuentra uno de los desfiladeros mejor conservados de España. Por su interior no existen ni carreteras ni tendidos eléctricos, sólo las paredes (con casi 500 metros de verticalidad) y el agua del río Noguera Ribagorçana que lo ha labrado y que separa ambas paredes –la izquierda orográfica en Cataluña y la derecha natural en territorio aragonés-, en algunos puntos por apenas 20 metros. Recorrer este desfiladero es posible gracias a la senda tallada en la roca (cuidado con los niños pequeños en la parte más aérea del recorrido).


Una senda de herradura que permite cruzar de norte a sur la Sierra del Montsec, la primera gran formación del Prepirineo catalán, y abre a los ojos un mundo de paredes y roquedales en el que crecen plantas rupícolas como la oreja de oso (foto) y la corona de rey o anidan aves tan emblemáticas como el quebrantahuesos, el águila real, el halcón peregrino, el búho real y donde podemos ver también chovas piquirrojas, chovas piquigualdas o el alimoche como máximo exponente alado de los visitantes estivales. En el agua la reina es la nutria, que comparte protagonismo con anfibios como el tritón pirenaico.


Desde hace muy poco, al final del desfiladero se han instalado una serie de escaleras horizontales en la pared de Aragón que permiten ascender en zig-zag por la orilla contraria y realizar de forma circular un recorrido que antes era sólo de ida y vuelta. Esta espectacular escalinata forma parte del Camino Natural de Montfalcó al Congost de Mont-Rebei.

La entrada al desfiladero en la parte catalana se realiza desde El Pont de Montanyana mediante una carretera que conduce hasta el aparcamiento donde se inicia la ruta a pie (La Masieta). El primer tramo del sendero es por paisaje abierto, buscando la compañía del río de aguas algo turquesas, que enseguida encuentra y acompaña hasta la entrada al desfiladero. Unos sólidos puentes colgantes dan un toque de aventura a la ruta.
Antes de llegar a la pared donde crecen hierbas y algunos endemismos rupícolas, la senda se abre paso por una vegetación más bien mediterránea formada por encinas, robles quejigos, etc. y un denso sotobosque. Desde La Masieta hasta el final del desfiladero se tarda algo menos de 2 horas. Es una ruta fácil con 125 metros de desnivel.



El Congost de Mont-rebei en su vertiente catalana pertenece a la Fundación Catalunya-La Pedrera que gestiona un buen puñado de espacios naturales de gran valor en Cataluña. Ya os conté algo en el post dedicado al Delta del Ebro y no será el último espacio de esta fundación que visite, pues tengo previsto vivir en primera persona la experiencia de ver las grandes rapaces carroñeras en la Montaña de Alinyà o de conocer el centro Mon Natura Pirineos. Ya os contaré más adelante…

lunes, 6 de octubre de 2014

Els Ports, paraíso para la cabra montés

 
Els Ports cuenta con la mayor población catalana de cabra montés.
Al sur de la provincia de Tarragona, donde se dan la mano las comunidades Cataluña, Aragón y Castellón, Els Ports se levanta con sus casi 1.500 metros de altitud como una barrera natural calcárea con una vertiente sudeste de clima suave, atemperado y una mitad occidental más continental. Las partes más altas y escarpadas de ambas vertientes constituyen el hábitat idóneo para la cabra montés, que cuenta en el parque natural de Els Ports con la principal población de Cataluña de este endemismo ibérico y una de las principales poblaciones peninsulares.

Entre sus riscos y escarpes se mueven gráciles estos bóvidos, gracias a sus pezuñas perfectamente adaptadas al relieve. Se trata de la cabra montés de la subespecie hispanica (Capra pyrenaica subsp. hispanica), que se distribuye por las sierras litorales de la península Ibérica. En los sistemas montañosos centrales está presente la (Capra pyrenaica subsp. victoriae), que presenta diferencias con la cabra de Els Ports, como por ejemplo en la forma de los grandes cuernos de los machos.


Las cabras no son muy amigas del viento así que en los días ventosos, búscalas en las zonas más protegidas, al abrigo de paredes rocosas. No será difícil observarlas a primera hora de la mañana y última de la tarde, cuando están más activas, en las laderas pedregosas. También asomadas al vacío. Buscad sus siluetas recortadas con el azul del cielo en las partes altas de los escarpes rocosos. Resulta impresionante observar la facilidad con la que saltan de roca en roca desafiando a la verticalidad de algunos riscos y cuestionando incluso la propia ley de la Gravedad. Si newton levantara la cabeza quizá se replantería su teoría viendo desenvolverse a las cabras. En la época de celo, a finales del otoño y comienzos del inverno, las peleas entre los grandes machos haciendo chocar violentamente sus fortísimos y enormes cuernos para ganarse el dominio de la manda y el harén de hembras adultas, ponen los pelos de punta. Pocos espectáculos en la naturaleza española superan a esta sonora y belicosa berrea.
Durante estos días de junio en Els Ports, he tenido la suerte de observar también a las pequeñas crías, que apenas cuentan con un mes de vida.


El íbice ibérico o cabra montés es el principal motivo que me ha traído en esta ocasión al parque natural de Els Ports, pero no el único. El resto de su fauna y la biodiversidad de flora hacen que este parque se encuentre entre los más interesantes de la geografía catalana.

El principal interés desde el punto de vista de las aves probablemente resida en las aves, pues a las sedentarias águila real, águila perdicera, halcón peregrino, azor, buitre leonado, etc., se suman en el verano el águila culebrera, el alimoche y el águila o aguililla calzada. Sobresaliente es la importancia que la herpetofauna tiene Els Ports, donde habitan más del 50% de las especies de anfibios y de reptiles que existen en Cataluña.



Las marcadas diferencias entre el clima de ambas vertientes marca la distribución de la vegetación presente en cada una y la existencia de especies mediterráneas (sobre todo), pero también eurosiberianas y boreoalpinas que se traducen en una amplia variedad de plantas y el hecho de que en estas montañas crezcan un millar de especies: encinas, pinos laricios y pinos silvestres, tejos a los que acompañan arbustos como el boj, la coscoja, el palmito, etc. Me quedo con la presencia de un buen número de endemismos, entre los que citar por ejemplo el sauce de roca y sobre todo con las formaciones de bosques de haya. Al sur de Els Ports, en las partes más umbrosas, crecen los hayedos más meridionales de Cataluña y que se encuentran a la vez entre los más meridionales del continente europeo.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Delta del Ebro, el gran humedal catalán


Moritos comunes.

Al sur de la provincia de Tarragona desemboca el río Ebro tras un recorrido de casi 1.000 kilómetros desde la Cordillera Cantábrica, tejiendo la que es la mayor cuenca hidrográfica de España.
En sus últimos kilómetros el Ebro no encuentra casi obstáculos naturales y desemboca en un terreno plano formando un gran delta en el que, en comunión con el Mare Nostrum, se forman dunas, barras, lagunas, marismas, playas, islas, etc.; todo un mosaico costero que, junto a los campos de cultivo -fundamentalmente arrozales- ofrecen a las aves todo cuanto necesitan en esta gran llanura. Alimento en cantidad y un hábitat bien conservado para las aves residentes, y muy preciado como parada para infinidad de especies migratorias.

En el Delta reside la mayor población mundial de Gaviota de Audouin.

Los hábitats que el delta ofrece en sus 7.736 hectáreas a sus huéspedes alados son muy variados: playas, bahías, dunas, salobrales, bosque de ribera, lagunas costeras, ojales, el río Ebro y el mar; y como huéspedes agradecidos, son miles las aves presentes en el delta en cualquier época del año y decenas de miles las que se concentran en época migratoria. Sin duda las más importantes son la gaviota de Audouin, el flamenco y el morito común pues aquí poseen estas especies la mayor colonia reproductora del mundo en el caso de la gaviota y la segunda mayor colonia de cría de España de flamencos y moritos.


En cualquiera de los paseos por el Delta y desde cualquier observatorio ornitológico, centrarán la atención de los visitantes la enorme variedad y cantidad de anátidas, ardeidas, limícolas, láridos, paseriformes, etc. Patos, garzas, gaviotas, pequeños pájaros, cautivarán sin duda los más pequeños de la casa que, prismático en mano, quedarán entusiasmados al ver un flamenco de cerca, el enorme pico curvado de los moritos comunes o el pico aplanado de las espátulas. Los más exigentes observadores de aves vendrán en busca de la garcilla cangrejera, del avetorillo común, de la garza imperial, de la pardela balear, del calamón común, el chotacabras pardo, el carricerín real, etc. No saldrán defraudados.

El Delta del Ebro no es sólo el humedal más importante de Cataluña, es también el segundo humedal de la península Ibérica y uno de los sitios Ramsar más importantes del Mediterráneo, ofreciendo sin duda una de las experiencias en la naturaleza catalana más destacadas.

Existe una fantástica red de senderos y observatorios para disfrutar de los diferentes enclaves del Delta; oferta de actividades a la que se une la posibilidad de navegar en alguno de los cruceros de la desembocadura, recorrer en bicicleta el Camí natural que viene de Tortosa o conocer el delta de la mano de MónNatura Delta de l’Ebre -en las salinas de La Tancada-, que además dispone de actividades diseñadas para familias y permiten conocer este espacio natural desde los pilares de la sal, la pesca tradicional y la observación de aves. Una visita al Ecomuseu en Deltebre y a la Casa de Fusta, centro de visitantes a orillas de la laguna de l’Encanyissada, son muy recomendables, a ser posible antes de la visita de campo, para sacar el mejor provecho de la estancia en el Delta.
Garcilla cangrejera.

Dulce o salda, el agua es un elemento fundamental en el Delta. Aquí viven unas 50 especies de peces y se desarrolla una pesca tradicional muy arraigada. Podéis ver el delta con la misma perspectiva que los pescadores a bordo de alguna de las embarcaciones tradicionales impulsadas por pértiga (pontona) que se alquilan para paseos en la laguna de l’Encanyissada.


Disfrutad del Delta del Ebro, uno de los parajes más sobresalientes del panorama natural español y por supuesto tomad un buen arroz o cualquiera de los pescados o productos locales.