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sábado, 11 de octubre de 2014

Grandes rapaces en el leridano Valle de los Buitres


Pocas veces la toponimia de un lugar describe tan acertadamente lo que un visitante se puede encontrar. Se trata de un pedacito leridano, antesala del Pirineo, que se ubica en el municipio de Tremp. Un valle encerrado en un gran anfiteatro montañoso, vertebrado por la cuenca del río Noguera Ribagorçana, y en el que tienen cabida diferentes elementos paisajísticos, desde las zonas llanas hasta las paredes calizas pasando por conglomerados de roca que recuerdan a la montaña de Montserrat o bosques de robles (robledal de Aulàs) y hayas (hayedo de Lleràs) en un mundo dominado vegetalmente por las especies mediterráneas y también con presencia de flora eurosiberiana e incluso boreoalpina.


Es un rincón del mapa al norte del Pont de Montanyana, de marcado ambiente rural con sus habitantes dedicados a las actividades ganaderas y agrícolas, al que la mayoría de los escasos visitantes llegan en busca de los grandes señores del cielo: las aves rapaces. Un lugar donde vivir la experiencia en la naturaleza de toparse con los grandes buitres de las montañas catalanas (quebrantahuesos, buitre leonado, alimoche y con suerte el buitre negro), además de la presencia de águila real, milano real y milano negro, entre otras aves. El milano negro y el alimoche son especies que se pueden ver en primavera-verano.


Geográficamente el valle de los Buitres es la cuenca enmarcada por la sierra de Sant Gervàs al norte, las sierras de Gurp y Castellet al este, la sierra de Gaia al oeste y el Montsec d’Ares al sur. Popularmente este territorio es conocido como La Terreta y se puede recorrer mediante una ruta circular de 30 kilómetros (vehículo, btt o a pie) que va adentrándose en los principales ambientes del valle. Su visita suele quedar eclipsada por espacios tan sobresalientes como el Montsec (y el Congost de Mont-rebei) al sur, o el parque nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici (Valle de Boí) al norte, pero a pesar de tan ilustres vecinos, no paséis por alto la oportunidad de recorrer este tranquilo valle.


El punto de referencia para el inicio y el final de la ruta es el Pont d’Orrit, junto a la N-230, muy cerca del Pont de Muntanyana, en el límite con la provincia de Huesca. La primera parada indispensable es La Torre de Tamúrcia. En esta pequeña población se encuentra la Casa dels Voltors, un pequeño museo dedicado a los buitres (con webcams incluidas) y se goza de unas fantásticas vistas sobre los paredones calizos de la Sierra de Sant Gervàs. Es dominio de las rapaces y otras aves rupícolas, como también lo es la pared de Turmeda, al final del recorrido (Sapeira). Por el camino se suceden las tranquilas aldeas de montaña, los miradores (collado de Torogó, del Castillo, etc.), los puntos panorámicos por doquier en una ruta panorámica de por sí, y sorprendentes enclaves como el hayedo de Lleràs (en el collado de Castellet), o el vasto robledal de Aulàs. Abundan también las zonas de cultivo, de forma que las posibilidades de observar aves de diferentes ambientes se multiplican.
 
Casa dels Voltors




Al hilo de este spot de birdwatching, otro de esos enclaves mágicos para el encuentro con las grandes rapaces es el espacio natural de la Montaña de Alinyà, en el Alt Urgell, cerca de Organya (al este de Tremp). Allí se pueden ver con relativa facilidad los cuatro buitres ibéricos: quebrantahuesos, buitre leonado, alimoche (en primavera-verano) y con más suerte, alguno de los 30 buitres negros que existen a día de hoy en el Pirineo y Prepirineo (localizados sobre todo en el Boumort y la citada Muntanya de Alinyà). En Alinyà pasé una mañana en grande disfrutando de la presencia de cientos de buitres y le dedicaré en breve el post que bien merece.  
Los alimoches están presentes en primavera y verano.

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