Este lugar es el
punto culminante de la apasionada historia de amor entre Gara y Jonay, una
muchacha gomera y un guanche de la vecina isla de Tenerife. Su amor perseguido
les llevó a huir hasta la parte más alta de la isla, a 1.500 metros de
altitud, en donde sellaron su cariño eterno mediante un abrazo mortal con una
afilada rama de brezo que atravesó sus pechos. Allí fallecieron abrazados los
jóvenes y el lugar pasó a bautizarse en su honor como Garajonay, el punto más
alto de La Gomera, y también uno de los parques nacionales más singulares del
mundo. Lo que no es leyenda es sin duda la excepcional vista panorámica
circular: Tenerife, que parece tocarse con la mano, El Hierro y La Palma.
Cuatro islas que tienen en común la presencia de un bosque relicto de la Era
terciaria: la laurisilva canaria. De ellas, el bosque más grande y mejor
conservado es el que tenemos bajo nuestros pies.
Alto de
Garajonay se llega desde cualquier punto de la isla; muchos son los senderos
que conducen hasta el monteverde que cubre la parte alta de La Gomera, corazón
del parque nacional (85% de su superficie) y de la biodiversidad de este
espacio natural protegido. Casi todas estas sendas confluyen en el alto del
Contadero (accesible en vehículo por la carretera dorsal), desde donde ya sólo
resta un salto hasta la cima. Se tarda 25 minutos escasos a través la senda por
el brezal de cumbre que conduce hasta el alto, al principio por una pista
enlosada y después por el sendero, más directo. Es la ruta SPN3 del mapa parque
nacional Garajonay, editado por el CNIG y Parques Nacionales. La ruta 7 en la
señalización de la red senderista del parque.
Arriba reciben
al visitante no sólo un conjunto arqueológico aborigen –espiritual, ceremonial
y lugar de sacrificios-, sino unas panorámicas circulares impresionantes sobre
las islas vecinas y la propia isla gomera. También la Fortaleza de Chipude, a la
que recientemente dediqué un post. Ninguna otra isla canaria, ni ningún otro
parque nacional español, están coronados en su punto más alto por ningún resto
arqueológico.
La
subida hasta el Alto suele estar preciosa y muy floreada. Cientos de florecillas –en
gran parte endémicas- acompañan a un brezal que sorprende por su tamaño. Los
brezos llegan en determinadas zonas del parque a un porte de 20 metros de altura. Algo
excepcional y reflejo del gigantismo que adoptan como estrategia muchas
especies de flora que alcanzan talla de árbol cuando en otros lugares de su
área de distribución mundial no pasan de hierba. Otra de las singularidades de
este bosque siempre verde, declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO desde
1986, cinco años después de pasar a engrosar la red de parques nacionales
españoles.
Desde el alto es
posible ver el mar de nubes que habitualmente cubre la parte norte de la isla,
sobre los valles de San Sebastián, Hermigua, Agulo y Vallehermoso. Esas nubes
son las responsables de la existencia del Monteverde. En 20 minutos estaremos
de nuevo abajo, en el alto del Contadero. Eje vertebral de muchos de los
senderos que atraviesan la dorsal gomera. Al ser una ruta corta es perfecta
para enlazar con cualquiera de ellos (Pajarito, Laguna Grande, Las Mimbreras o
la Gran Circular, por ejemplo). Al final de la jornada nada mejor que alojarse
en alguno de los alojamientos rurales de la asociación Isla Rural, con sede en
Hermigua. La pausa perfecta para reponer fuerzas y preparar la siguiente ruta
en un ambiente rural privilegiado.
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