El gris de la piedra caliza siempre ha ejercido un poder
hipnótico en mí. Quizá por la fuerza que desprende la roca desnuda con sus
brillos y fisuras. La sensación de dureza que transmite una roca que no obstante
es tan moldeable y sensible a los agentes erosivos externos como es la calcárea,
fundamentalmente el agua. Ese poder de hipnosis se acentúa en los días claros,
cuando el gris y el azul del cielo ofrecen esos contrates tan nítidos, mostrando
esos perfiles tan perfectamente delimitados. Tonos grises con más o menos
componente blanco que se torna naranja con las primeras y últimas luces del
día, cuando el sol despide la jornada iluminando con fuerza los rincones
apicales de las cumbres calizas de Las Ubiñas – La Mesa. Me encanta este lugar
y sus moles rocosas de más de dos mil metros, esa mítica cifra montañera en la
península Ibérica. Aquí son varias las cimas que superan esa altura y sobre
todo una: Peña Ubiña, con sus 2.417 metros de altitud, marcan el carácter de
las montañas de esta porción del Principado de Asturias ubicada en el extremo
sur de su región central. Un lugar magnífico para el binomio montaña-fotografía
pues el macizo de Las Ubiñas-La Mesa es el segundo más elevado de la Cordillera
Cantábrica, tras los Picos de Europa; ambos comparten, eso sí, su corazón
calizo.
Son muchos, muchísimos, los alicientes naturales que atesora
esta zona integrada por los concejos de Teverga, Quirós y Lena. Por aquí se
mueven osos, lobos, ciervos… y su biodiversidad e importancia natural es tan
notable que goza de varias figuras de protección (Reserva de la Biosfera,
parque natural, etc., así como un par de monumentos naturales de carácter
geológico en sus tripas de piedra).
Hoy el protagonismo del post lo tiene las cumbres del parque
natural, y ahí la lista para fotografiar es también amplia. Me decanto por las,
a mi juicio, más fotogénicas y en esta selección personal, me decanto por Peña
Ubiña, y sus diversos ángulos para inmortalizar, La Mesa y La Tesa, dos cimas
de curiosa forma aplanada y las montañas por las que se abre paso el río
Teverga en las inmediaciones de Entrago.
Peña Ubiña parece resistirse hasta el último momento a
mostrar toda su belleza y no es hasta que se está frente al pueblo de Tuiza
Riba, cuando la montaña aparece bien visible a los ojos del visitante. Aun así
el mejor lugar para fotografiarla es desde su base, donde se encuentra el refugio.
En esta pradera nada se interpone entre la mole caliza de Peña Ubiña y la
cámara. Fantástica y contundente.
Otro buen lugar para fotografiarla es mediante la
aproximación por el este, desde las alturas del valle del río Huerma, en las
proximidades de la cabecera del arroyo del Valle Morea.
Muy cerca de allí se encuentra el puerto de la Cubilla.
Desde este fantástico alto (también llamado L’alto l’Palo), al que se llega por
carretera local, Peña Ubiña no es accesible a la vista pero si los singulares
perfiles de La Mesa y La Tesa, que rozan los dos mil metros de altitud. Es desde
las inmediaciones de Riospaso y Tuiza de Abajo, desde donde se tiene la primera
visión de esta pareja de cimas. A medida que subo hacia el puerto dando vista a
su vertiente occidental, el aspecto de estas montañas va cambiando
paulatinamente. Un aspecto que en nada se parece a la vista de su vertiente
meridional desde los puertos de la Ballota. Aunque en estas imágenes ya se
aprecia con claridad la diferencia, lo mejor es acercarte a estos parajes para
comprobarlo.
Y despido el día con las últimas luces sobre el desfiladero
de Entrago. Hace varias horas que el sol ya no ilumina la orilla del río, pero
desde aquí arriba, en los puertos del Marabio, el astro rey todavía me brinda
una inolvidable despedida sobre esa roca caliza grisácea que me tiene hipnotizado.
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