Si habláramos de una montaña única, la mayor del planeta, centraríamos
las miradas en la más alta de todas: el Everest. Pero en este caso no hablo de
altitudes y además, el Everest tampoco es una montaña aislada sino que como
bien sabéis pertenece a la cordillera del Himalaya. Yo me refiero a una montaña
única, formada por materiales diferentes a las vecinas y que emerja altiva,
solitaria, poderosa.
Probablemente la mente se nos fuera ahora del Himalaya hasta Australia
y su famosísimo Monte Uluru (Ayers Rock). Si hablásemos de que esa gigantesca
montaña fuera el monolito más grande del planeta, muy probablemente la mente
seguiría pensando en la misma montaña roja del desierto central australiano.
Pues bien, algunas teorías y autores apuntan hacia otro lugar. Un enclave mucho
más cercano y familiar: la montaña de
Montserrat, a apenas media hora de la ciudad condal.
Si habéis leído bien, la montaña de Montserrat (Barcelona), geológicamente hablando, es un gigantesco conglomerado
de guijarros asentados en cemento calcáreo. Sus dimensiones de aproximadamente 10 kilómetros de
largo por 5 kilómetros
de ancho superan con creces a la rojiza montaña australiana (de 9,5 km . de contorno).
Desde un punto de vista geológico es pues una montaña sedimentaria
como si fuera de una sola pieza pero fragmentada en parte por movimientos
tectónicos y modelada en superficie por la erosión de los agentes externos. El
resultado es una enorme montaña de aspecto dentado, aserrada (de ahí su nombre
Mont-serrat), formada en realidad por infinidad de monolitos, agujas, bloques
de roca, etc. que le dan el aspecto irregular de dientes de sierra pero siempre
procedentes de una misma matriz detrítica. Su morfología irregular permite la existencia
en su interior de barrancos y pequeños valles y nos referimos a ella como un macizo.
Una gran “tarta rocosa” de superficie rugosa y excavada pero solitaria y
aislada, tanto que estamos ante, probablemente, la mayor montaña del mundo.
El primer contacto visual con Montserrat ya nos hace ver su
singularidad y a medida que nos acercamos a ella, el magnetismo que desprende,
poderosa, altanera (con los 1.236
m de la cima del Sant Jeroni como punto más alto),
singular; todos los ingredientes para un amor a primera vista. Además de
referente natural, es también lugar de espiritualidad, de leyendas, de religión
y peregrinación. Por todo ha sido desde siempre la montaña catalana por
excelencia.
Para conocer la montaña mágica, os recomiendo una ruta que engloba
ambos aspectos: naturaleza y religión, para pasar una jornada inolvidable en
este emblemático parque natural. El Camino
de la Santa Cova se antoja como la mejor opción para caminar en familia
pues a la sencillez del camino (dificultad baja), sin apenas desnivel (120 m .), se une la existencia
del funicular inaugurado en 1929 que salva el mayor desnivel de la ruta
(momento inolvidable para los chavales, que, sobre todo en el camino de vuelta,
pegan su nariz al cristal observando atónitos cómo el tren trepa por la
empinada rampa). Por cierto que existe otro funicular que está aun más
empinado, el que sube hasta la ermita de Sant Joan (a unos 1.000 de altura).
Este funicular fue inaugurado en 1918 y permite visitar también l’ Aula de la Natura, un aula de
naturaleza para conocer el medio natural del parque y con unas vistas de aupa.
Y ya que hablamos de funiculares y chavales, no dejéis pasar por alto
la posibilidad de acceder a la montaña mediante el tren cremallera desde
Monistrol de Montserrat (fundado en 1892). Ecológico y divertido a partes
iguales.
El punto de partida y final de esta ruta es el monasterio de Montserrat. Se trata de un camino de ida y vuelta por
terreno en ligero descenso hasta la capella
de la Santa Cova. Allí, en la Santa Cueva, se encuentra la capilla en el lugar
donde, según la leyenda, se encontró la imagen de la Santa María. Se trata de
un camino ancho y cómodo, construido entre 1693 y 1704, flanqueado por
esculturas religiosas dedicadas a los Misterios del dolor y de gloria, que
recorre a media altura un tramo de la parte oriental de la montaña. Un par de
puntos están acondicionados como miradores, aunque en realidad todo el camino
es un constante balcón con excelentes panorámicas.
La ruta se puede completar en poco más de 1 h. pero os aconsejo
realizarla con calma ya que permite conocer buena parte de la vegetación
característica del parque natural. La montaña de Montserrat cuenta con 1.250
especies de flora y en ella crecen fundamentalmente encinas y en menor medida
robles y pinos. Dominan las especies mediterráneas y cuenta con un sotobosque
de matorral generoso.
Lo primero que llama la atención es la frondosidad de la vegetación en
los canales y pequeños barrancos que se descuelgan por las paredes de la
montaña. Allí, en las zonas menos expuestas al sol, crecen marañas vegetales
formadas por encinas tapizadas de enredaderas y lianas. Esta ruta supone una
buena oportunidad para observarla.
Más difícil será dar con alguno de los animales que viven en otras
zonas de la montaña menos verticales (jabalí, garduña, gineta, ardilla roja,
etc.). Las mejor adaptadas al relieve escarpado son las reintroducidas cabras
montesas. Las aves rupícolas como los aviones roqueros o forestales como el
zorzal, el diminuto reyezuelo listado, palomas torcaces o currucas, si serán a
buen seguro compañeras de paseo. Un paseo, eso si, por la mayor montaña del
mundo.
Sobre esa montaña hay mucho de q hablar, se dice q.ayi fue
ResponderEliminarescondido el Santo Grial,es un bello parque nacional con una formación geológica muy particular,dando lugar a imágenes bellisimas