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Laguna de La Caldera |
Los paisajes geológicos de Sierra Nevada son
fundamentalmente tres: la orla sedimentaria de borde en la montaña baja y media,
por encima de ésta, las calizas y dolomías del complejo Alpujárrido, y finalmente,
en la alta montaña, los esquistos metamórficos del Complejo Nevado-Filábride.
Este Espacio Natural formado por el Parque Natural y el
Parque Nacional de Sierra Nevada es único por muchas cosas, pero sin duda,
varios de sus recursos naturales exclusivos hay que buscarlos en la alta
montaña de Sierra Nevada, así que hoy me centro allí, en las cumbres de Sierra
Nevada, en los esquistos metamórficos. Un cómo sendero enlaza la Hoya de la
Mora (vertiente norte) y más arriba las Posiciones del Veleta, con el Alto del
Chorrillo y la Hoya del Portillo (vertiente sur), la dificultad estriba, eso sí,
en que se camina en altura, en torno a los 3.000 metros de altitud. Si además,
como es mi caso, se sube hasta la cima del Mulhacén, casi 500 metros más de
desnivel.
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Laguna de la Caldera y al fondo la cima del Mulhacén |
La experiencia en la naturaleza que quiero compartir con
vosotros a través de este post no puede ser más sugerente, ambiciosa, y
espectacular: subir caminando al Mulhacén, y conocer de primera mano la
extraordinaria riqueza botánica y faunística de los endemismos de alta montaña
de Sierra Nevada. De paso, disfrutar con sus paisajes glaciares. Una completa jornada
senderista estival para la que emplearemos, caminando con la calma que la excursión
requiere, unas 8 horas (dependiendo del lugar de inicio y final. El transporte
del Servicio de Interpretación de las Altas Cumbres ayuda bastante en la
logística de la ruta).
El acceso hasta la cima del Mulhacén, que con sus 3.478
metros de altitud es la montaña más alta de la Península Ibérica, es sencillo,
hay que caminar sin prisa, siguiendo el sendero que parte desde la zona de La
Caldera (viniendo desde el Veleta) o mejor aún, por la senda que sube más
progresivamente desde el Alto del Chorrillo si accedemos por La Alpujarra. En
mi caso, alojado como estoy en la fantástica Villa de Bubión (Alpujarra de
Granada), la opción es ésta segunda vía, aunque en años anteriores tuve ocasión
de hacerlo también caminando desde la vertiente norte. No hay que olvidar nunca
que caminamos por alta montaña.
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Estrella de Sierra Nevada |
Caminando despacio, además de facilitar la adaptación a la
altitud, se observa precisamente cómo otros seres vivos se han adaptado a las
exigentes condiciones de la alta montaña. Es el caso de especies botánicas tan
formidables como la estrella de las nieves, la Arenaria nevadensis, la amapola de Sierra Nevada, la violeta de
Sierra Nevada, rompepiedras, etc. De las 2.100 especies de plantas existentes
en Sierra Nevada 77 son endémicas exclusivas. En las altas cumbres a partir de
los 3.000 metros, sólo los piornos crecen como representantes del estrato
arbustivo (con porte almohadillado a modo de iglú natural), el resto son
plantas herbáceas. Como adaptaciones botánicas a la alta montaña, las hojas son
casi eliminadas para reducir la superficie de la planta expuesta a la pérdida
de agua mediante transpiración, además de otras estrategias como el desarrollo
de rosetas, la capacidad de rebrotar desde el cuello de la raíz, reducir la actividad
(musgos y líquenes fundamentalmente), almacenar agua, realizar la fotosíntesis
por el tallo en lugar de las hojas, aparición de espinas, de cubiertas de pelos
blancos que reflejan la radiación solar, etc. Por supuesto, ni rastro de los árboles, qué no suben más de
los 2.400 metros de altitud en Sierra
Nevada. En la alta montaña encontramos ecosistemas tan interesantes como los
roquedos, los pastizales, las lagunas, los borreguiles, enebral-piornal, etc.
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Bajando del Mulhacén. Al fondo, el Veleta |
Más sorprendente aún resulta la adaptación mostrada por los
insectos para sobrevivir en estas condiciones de elevada radiación solar, gran
cantidad de nieve, bajas temperaturas invernales y altas temperaturas
estivales, ventiscas, etc. Ser capaz de reducir al mínimo la actividad puede
ser la diferencia entre sobrevivir o no en las altas cumbres, y eso los
insectos lo saben bien. A la reducción del periodo de actividad, se unen otras
estrategias como el favorecimiento de formas melánicas y redondeadas; las alas
no son necesarias para desplazarse ni cambiar de hábitat, tampoco para huir de
depredadores (casi inexistentes en estas altitudes). Las formas ápteras (sin
alas) son otra ventajosa adaptación. El mimetismo si es más necesario como estrategia
defensiva. Buenos ejemplos adaptativos son los endémicos Eumigeus rubioi (saltamontes), Baetica
ustulata o la mariposa Apolo de Sierra Nevada. Algunas de las especies endémicas
de las cumbres de Sierra Nevada. El espacio natural cuenta con 80 endemismos exclusivos.
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Mariposa Apolo de Sierra Nevada |
Fruto de estas adaptaciones morfológicas, cromáticas,
fisiológicas y reproductoras es el intenso proceso de especialización que se
traduce pues en un alto número de especies y subespecies endémicas de flora y
fauna.
Las cumbres de Sierra Nevada son además una lección al aire libre
sobre glaciarismo, pues a este proceso deben su morfología. Su origen se debe a
la presencia desde el último 1,7 millón de años, de masas de hielo que han
modelado la roca del paisaje arrastrando los detritus hacia cotas inferiores:
circos glaciares y su continuación en valles en U y elementos asociados como
las morrenas o, siempre mucho más fotogénicas, las lagunas de alta montaña que
ocupan el fondo de las cubetas glaciares: La Caldera, Laguna Larga, Laguna de
Aguas Verdes, antigua Laguna de las Yeguas, etc.
Entre los circos glaciares más espectaculares son Río Seco y
Siete Lagunas en la vertiente sur y Corral del Veleta y Valdeinfierno (Puntal
de la Caldera) en la cara norte. Lanjarón y Río Veleta son dos magníficos
ejemplos de valles en U. Otros glaciares son Vacares (cara norte Alcazaba),
Valdecasillas (cara norte Mulhacén) o el Glaciar Guarnón (cara norte Veleta).
Allí arriba, sobre la roca de los esquistos metamórficos la
acción del hielo crea cascajares, rocas
aborregadas y estrías glaciales se mueven como pez en el agua las cabras
montesas, que cuentan en Sierra Nevada con la mayor población mundial de la
especie. Otro atractivo más en una jornada en la que éstos se suceden.