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martes, 2 de septiembre de 2014

Sant Llorenç del Munt i l’Obac, paisajes conglomerados



El collado d’Estenalles separa dos sierras barcelonesas que forman parte de la Cordillera Prelitoral: la de Sant Llorenç del Munt y la de l’Obac. Del tapiz verde formado por las masas forestales de encina y pino sobresalen con fuerza las rocas que caracterizan los paisajes del parque natural. Se trata de conglomerados rojizos de roca que adquieren tonalidades naranjas con las primeras y últimas luces del día. Son conglomerados calcáreos, de pizarras y en menor medida, de granito. Los conglomerados de Montserrat no quedan lejos pero poco tienen que ver con éstos paisajes rojizos del parque natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac creado en 1987 y que abarca una extensión de 13.691 m.


Aunque asoman afloramientos de roca en los barrancos y canales que bajan de estas sierras, los paisajes conglomerados cobran especial relevancia en las alturas de estas montañas, en dos zonas como La Mola (1.104 metros de altitud), el punto más elevado, y el Montcau (1.057 m.). La carretera comarcal que enlaza Terrassa y Matadepera con Sant Fruitós de Bages permite acceder cómodamente al corazón de este espacio natural protegido catalán gestionado por la Diputación de Barcelona y transitar a pie por alguno de los senderos que recorren estos laberintos rocosos. No paséis por alto la posibilidad de visitar el monasterio de Sant Llorenç del Munt, máximo estandarte de la presencia histórica humana en el área (situado en la cima de La Mola), como tampoco debéis dejar de visitar alguno de los centros de información del parque.
Y claro, entre tanta roca y barranco las cuevas y simas proliferan. Más de 300 podemos encontrar en este parque natural. La sima más profunda es la de Espluga (127 m.), y la cueva de mayor recorrido es la Cova del Manel, de casi 1 kilómetro de longitud.


La Cordillera Prelitoral queda reducida a una franja de unos 3 kilómetros de anchura pero es de gran interés paisajístico a ambos lados del collado d’Estenalles, en la cabecera de la riera de las Arenes. En conjunto llama la atención el relieve escalonado de estas sierras, en la que abundan los barrancos o canales. Al pie de las paredes casi verticales y riscos de estos escalones se encuentran algunos monolitos separados por la erosión de grandes ciaclasis. Esta experiencia en la naturaleza catalana, de carácter eminentemente geológico, permite conocer de primera mano esta muestra del periodo eoceno-oligoceno, cuando el macizo del Ebro –actual Depresión Central catalana- se hunde y se levantan los Pirineos y cordilleras mediterráneas, manteniéndose el macizo Catalano-Balear (formado junto al macizo del Ebro durante la Era Secundaria).



Durante el mioceno la Depresión Central, que hasta entonces estaba bajo el mar y en la que se acumulaban los materiales procedentes del Pirineo axial y Prepirineo y el macizo Catalano-Balear, se seca. A la par que la Depresión Central queda al descubierto el macizo Catalano-Balear se hunde en el mar, originando la Depresión Prelitoral y la Fosa Mediterránea. Los conglomerados que hoy se aprecian entre los 500-1.103 metros de altura tienen un origen deltaico (deltas de los ríos que bajan del macizo Catalano-Balear) y si observáis los diferentes cortes al aire libre (estratos) podréis ver que están formados por guijarros arrastrados por esos ríos (guijarros de calcárea triásica), cuarzos de pizarras (del Paleozoico) y granito (menos abundantes). En conjunto estos conglomerados son más blandos que los de Montserrat, de ahí que aparezcan más erosionados. Como consecuencia veréis perfiles más redondeados (erosionados) que en la vecina montaña de Montserrat. 

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