El collado d’Estenalles separa dos sierras barcelonesas que forman
parte de la Cordillera Prelitoral: la de Sant Llorenç del Munt y la de l’Obac.
Del tapiz verde formado por las masas forestales de encina y pino sobresalen
con fuerza las rocas que caracterizan los paisajes del parque natural. Se trata
de conglomerados rojizos de roca que adquieren tonalidades naranjas con las
primeras y últimas luces del día. Son conglomerados calcáreos, de pizarras y en
menor medida, de granito. Los conglomerados de Montserrat no quedan lejos pero
poco tienen que ver con éstos paisajes rojizos del parque natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac creado en 1987 y
que abarca una extensión de 13.691
m .
Aunque asoman afloramientos
de roca en los barrancos y canales que bajan de estas sierras, los paisajes
conglomerados cobran especial relevancia en las alturas de estas montañas, en
dos zonas como La Mola (1.104
metros de altitud), el punto más elevado, y el Montcau (1.057 m .). La carretera comarcal
que enlaza Terrassa y Matadepera con Sant Fruitós de Bages permite acceder
cómodamente al corazón de este espacio natural protegido catalán gestionado por
la Diputación de Barcelona y transitar a pie por alguno de los senderos que
recorren estos laberintos rocosos. No paséis por alto la posibilidad de visitar
el monasterio de Sant Llorenç del Munt, máximo estandarte de la presencia
histórica humana en el área (situado en la cima de La Mola), como tampoco
debéis dejar de visitar alguno de los centros de información del parque.
Y claro, entre tanta roca
y barranco las cuevas y simas proliferan. Más de 300 podemos encontrar en este
parque natural. La sima más profunda es la de Espluga (127 m .), y la cueva de mayor
recorrido es la Cova del Manel, de casi 1 kilómetro de
longitud.
La Cordillera Prelitoral
queda reducida a una franja de unos 3 kilómetros de
anchura pero es de gran interés paisajístico a ambos lados del collado d’Estenalles,
en la cabecera de la riera de las Arenes. En conjunto llama la atención el
relieve escalonado de estas sierras, en la que abundan los barrancos o canales.
Al pie de las paredes casi verticales y riscos de estos escalones se encuentran
algunos monolitos separados por la erosión de grandes ciaclasis. Esta
experiencia en la naturaleza catalana, de carácter eminentemente geológico,
permite conocer de primera mano esta muestra del periodo eoceno-oligoceno,
cuando el macizo del Ebro –actual Depresión Central catalana- se hunde y se
levantan los Pirineos y cordilleras mediterráneas, manteniéndose el macizo
Catalano-Balear (formado junto al macizo del Ebro durante la Era Secundaria).
Durante el mioceno la
Depresión Central, que hasta entonces estaba bajo el mar y en la que se
acumulaban los materiales procedentes del Pirineo axial y Prepirineo y el
macizo Catalano-Balear, se seca. A la par que la Depresión Central queda al
descubierto el macizo Catalano-Balear se hunde en el mar, originando la
Depresión Prelitoral y la Fosa Mediterránea. Los conglomerados que hoy se
aprecian entre los 500-1.103
metros de altura tienen un origen deltaico (deltas de
los ríos que bajan del macizo Catalano-Balear) y si observáis los diferentes
cortes al aire libre (estratos) podréis ver que están formados por guijarros
arrastrados por esos ríos (guijarros de calcárea triásica), cuarzos de pizarras
(del Paleozoico) y granito (menos abundantes). En conjunto estos conglomerados
son más blandos que los de Montserrat, de ahí que aparezcan más erosionados.
Como consecuencia veréis perfiles más redondeados (erosionados) que en la
vecina montaña de Montserrat.
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