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lunes, 13 de octubre de 2014

En busca del lince ibérico

Primeras luces de la mañana en el coto, hábitat del lince ibérico

Todavía es casi de noche en El Rocío. El alba pronto nos sorprenderá, pero lo hará ya metidos en el 4x4, a salvo de los rigores de una fresca mañana a pesar de estar en verano. Vamos a realizar un safari fotográfico en la zona norte del parque nacional Doñana, por donde se mueven algunos de los linces ibéricos que moran estos parajes andaluces. En Doñana vive la segunda población del felino más amenazado del planeta. La primera está algo más al norte, también en tierras andaluzas, en las estribaciones meridionales de Sierra Morena, dentro de los parques naturales de la Sierra de Andújar (Jaén) y de la Sierra de Cardeña-Montoro (Córdoba). Según el último censo (2013), 169 linces se mueven en la zona de Andújar-Cardeña y 85 en la zona Doñana-Aljarafe.

En esta ocasión estoy en Doñana, moviéndome por los cotos, ese ecosistema de pinos y acebuches con suelo arenoso donde crece sobre todo el lentisco. Es el medio natural del lince, que se mueve también por la vera, el ecosistema de transición entre el bosque (coto) y la marisma. No sería raro toparse con algún lince campando por la vera, enclave predilecto por otra parte para ciervos y gamos. Pero esto de buscar y encontrar al lince, tiene mucho de experiencia (la del guía rastreador) para conocer por dónde se mueve el felino según la época del año y su ciclo biológico, en qué momento del día, etc. y tiene mucho más aun de fortuna pues la probabilidad de dar con él es baja. Quedan muy pocos, lo que hace que el éxito de avistamiento en el safari de linces gire en torno al 20-30%.
Coto de pinos y lentiscos

Al cruzar el puente del Ajolí, entrada noroeste al parque nacional, los nervios ponen al cuerpo en tensión. A pesar de su proximidad al pueblo del Rocío, es uno de los enclaves en los que más veces ha sido visto y fotografiado. La razón se debe en buena medida a la abundancia de su alimento preferido: el conejo. Preferido hasta el punto de que hablamos de una dieta tan especializada (supone más del 90% de la biomasa que ingiere el felino) que podemos afirmar con rotundidad que si no hay conejos no hay linces.
El conejo supone el 90% de la dieta del lince.

Nuestras sensaciones se tornan ciertas y el corazón se acelera cuando a apenas 50 metros del puente, sobre la arena todavía húmeda por el rocío de la mañana, encontramos el rastro de una hembra y un cachorro. Son huellas frescas, muy frescas; quizá cuestión de minutos.
Ciervos en la vera del Aulagar

Comenzamos a seguir el rastro pero éste se interna entre los lentiscos. Los conejos corren a esconderse a nuestro paso. Una vez perdidas las huellas entre los arbustos, comenzamos a buscar la aguja en el pajar. Con el 4x4 recorremos las pistas del entorno sin fortuna. Un par de jabalíes, algún ciervo, bastantes aves… Hace rato que ha salido el sol y éste comienza a calentar. Las primeras y últimas horas del día son los momentos más factibles para el gran encuentro pues el lince, como el resto de felinos, se muestra más activo. También les gusta en verano tumbarse en los márgenes de los caminos, pues la arena les proporciona algo más de frescor. Con el calor pasan el día cobijados entre la vegetación, como maestros del camuflaje.

Sin suerte, es hora de continuar el safari hacia la vera por el camino principal de Sevilla a El Rocío. Con el linde del Coto del Rey a la izquierda y con el paraje de La Dehesilla a la derecha, llegamos a la entrada a El Vicioso, otro buen lugar para posibles encuentros con el amenazado felino.
Jabalí en el Coto del Rey

Bajo un cielo repleto de milanos negros, enseguida salimos a la vera del Aulagar. Quizá hoy sea uno de esos días en los que el lince se adentra por estos terrenos abiertos en busca de alguna cría de gamo o de ciervo. Estos pequeños cérvidos, en caso de necesidad, pueden ser presa del lince (representa un 3% de su dieta). El otro alimento ocasional, alrededor de un 7%, son las anátidas, generalmente cuando estas aves se alejan de la marismas a lagunas más someras buscando protección durante el momento crítico del periodo de mancada (cambio de pluma). Con esa idea vamos también hacia la cancela de la Escupidera, en la marisma Gallega.

A primeros de julio esta parte de la marisma Gallega está seca, así que continuamos hacia el Caño del Guadiamar, donde nos topamos con un grupito de flamencos y seguimos hasta el lucio Cerrado Garrido, lugar en el que se levanta el Centro de Visitantes José Antonio Valverde. Los lucios son lagunas que permanecen encharcadas durante más tiempo que el resto de la marisma. La mañana es el mejor momento para la visita de este lugar pues el sol incide directamente sobre la colonia de ardeidas que hemos venido a ver. Se trata de una ajetreada colonia, con un incesante ir y venir de adultos, en la que es posible ver garcilla bueyera, garceta común, martinetes, etc.
Colonia del lucio Cerrado Garrido

Al regreso, cuando el sol ya está en lo alto, detenemos el vehículo en la larga recta de la marisma Gallega. Una silueta ha llamado nuestra atención. Allí, sobre uno de los postes del camino, se encuentra posada un águila imperial ibérica, otra de las joyas de la corona de la fauna española. Levanta el vuelo. Es un damero que se dirige hacia nuestra posición, ganando altura progresivamente y cruza el camino hacia otro enclave en el que nos descubre, más alejada, una nueva silueta. En esta ocasión se trata de un adulto. Así es Doñana, un enclave natural sobresaliente que siempre depara grandes momentos en la naturaleza. Y así es el lince ibérico, escaso, esquivo, muy difícil de ver pero que hace que una y otra vez venga a estas tierras con la ilusión de un nuevo avistamiento.
Águila imperial. Damero

Esta salida de safari fotográfico la realicé a mediados de julio de 2014 y como he tratado de describir, no tuvimos fortuna con el lince. Sólo la magia del momento y la huella de su presencia. Así es este precioso animal. Antes si tuve la suerte de verlos en otras ocasiones y seguro seguirán otras en las que espero toparme de nuevo con ese avistamiento deseado, ese momento intenso, fugaz, inolvidable de contemplar la bella estampa del bello felino.

Mi próximo safari de lince, a primeros de diciembre con Wildlife Spain.



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